Fe y Alegría cumple 57 años de fidelidad inquebrantable al pueblo más
pobre y esfuerzo sostenido por brindarle una educación de verdadera
calidad. Los fundadores de Fe y Alegría tenían muy claro que la
educación sólo sería medio de superación y dignificación si era una
educación de calidad: “La educación de los pobres no puede ser una pobre
o superficial educación; buscamos la mejor educación para los que están
en condición peor”, fueron consignas del P. Vélaz que, desde los
orígenes, han iluminado los esfuerzos y búsquedas de Fe y Alegría.
Lograr calidad educativa en contextos de marginalidad y de pobreza sólo
sería posible si la escuela compensaba las desigualdades sociales de
origen y brindaba a los alumnos los medios necesarios para garantizar su
aprendizaje, medios que los alumnos más privilegiados tenían en sus
casas. De ahí que ya en las primeras escuelas de Fe y Alegría, y a pesar
de no contar entonces con ningún apoyo del Estado, empezaron a
funcionar comedores escolares, roperos, dispensarios médicos…, y las
puertas se abrieron no sólo a los niños y jóvenes, sino a todos los
miembros de la comunidad. Durante el día acudían a clases los niños y
los jóvenes, y en las noches y fines de semana los adultos, con los que
se iniciaron cursos de alfabetización, capacitación laboral, higiene y
salud, economía familiar, atención y cuidado de los hijos, y se
organizaron cooperativas de ahorro y de consumo.
Hoy, 57 años después de su nacimiento, Fe y Alegría está presente en 18
países de América Latina, en el más pobre de África, El Chad, donde
casi la totalidad de los alumnos son musulmanes, en España y en Italia
donde ofrece el bachillerato a los emigrantes ecuatorianos. A pesar de
sus éxitos reconocidos internacionalmente, y a pesar de que
inexplicablemente, sus trabajadores en Venezuela todavía no disfrutan
de los mismos beneficios que sus colegas de la educación oficial, Fe y
Alegría sigue trabajando con renovados bríos por garantizar a todos
sus alumnos una educación de verdadera calidad. Ello le obliga a
reconocer con humildad que necesita evaluar y mejorar permanentemente
sus prácticas. La complacencia es el peor enemigo del cambio y la
mejora.
En este día en la U.E Padre Felipe Salvador Gilij, nos unimos y celebramos con júbilo en la fe en Dios y la alegría de sentirnos orgullosos de pertenecer a tan bonita labor, que cada día nos enseña hacer más humildes y desgastarnos por nuestro prójimo.
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